¿Es en serio?

Publicado: julio 16, 2012 en Uncategorized

Últimamente hemos visto cómo la guerra en redes sociales por los resultados de la elección presidencial sube de tono. Como algunos lo anticiparon, los extremistas del lopezobradorismo iban a ser menos que después de 2006, pero mucho más intensos… y lo son.

Tal vez deba comenzar por fijar mi postura al respecto y esto puede ser difícil de entender para los radicales. Creo que México está en medio de una transición democrática, basada en una institución que ha sido construida por la ciudadanía, a pesar de los intentos de los políticos por destruira: el Instituto Federal Electoral.

Al estar en una transición, la democracia que vivimos no es perfecta. Yo diría que la de ningún país lo es, pero hemos ido dando pasos importantes y hoy estamos justo en un punto de alto riesgo. Las muestras de compra de votos, solicitudes ilícitas de dinero a empresarios y el rebase de los topes de campaña son irrefutables por parte de todos los partidos políticos. En algunos casos más, mucho más, y en algunos menos, pero en todos los partidos hay.

Los medios jugaron un papel determinante, así como la difusión de las encuestas realizadas por distintas casas que siempre dieron la ventaja a Peña. Algunas fueron serias, otras fueron utilizadas con fines propagandísticos, y cada quién las usó como convino (recordemos que AMLO usó la de Reforma que le daba un muy estrecho margen y luego la descalificó). El monitoreo de medios por parte de la UNAM muestra que, por lo menos en tiempo de difusión, se trató relativamente a todos de manera justa, pero tendríamos que ver el tema de la parcialidad o imparcialidad de cada uno de los contenidos.

Hubo dinero a la prensa: es muy seguro. No a toda, pero a los dueños de los medios seguramente sí se les repartió algo. Sin embargo, NUNCA veremos un cheque emitido por el gobierno del Estado de México, a nombre de Joaquín López Dóriga. Ese fotomontaje fue desechado hasta por muchos lopezobradoristas por resultar demasiado pueril. No sabremos cómo ni cuánto recibieron algunas plumas de las más reconocidas del país, por no hablar mal o hablar bien de Peña Nieto.

Estoy de acuerdo en que el Sr. López Obrador impugne un resultado por la vía legal. No sólo es su derecho, sino su deber presentar una batalla legal, aunque sea para perderla y él lo sepa de manera anticipada. Las condiciones para declarar la nulidad de la elección presidencial no son lo suficientemente sólidas de acuerdo con la Ley vigente y el Tribunal no se va a tomar a la ligera una decisión de este tipo. Tan saben que no van a ganar esta pelea, que están pidiendo que, de repetirse la elección, no participaran ni el PRI ni Peña, algo totalmente ridículo y -no soy jurista- pero hasta inconstitucional.

El radicalismo se va decantando en las redes sociales. Poco a poco quedan aquellos que ya no utilizan la razón para escribir y están plenamente cegados. Nada de lo que se diga será suficiente para convencerlos. Nada. Aún así, siguen inundando twitter y facebook de la misma propaganda y han dividido a la sociedad en dos:

1) Los buenos. Quienes están del lado de los pobres y las clases desprotegidas (la mayoría sólo se acuerda de ellas cada 6 años, pero da igual). Estos son los informados, quienes no prenden la tele ni por error y cuando entran a algún restaurante que tenga el canal 2 hacen lo posible por apagarla, darle la espalda o de plano retirarse del lugar. Ellos tienen la verdad, saben que el PREP fue manipulado, saben que el PRI compró 5 millones de votos, ni uno más ni uno menos.

Cualquier cosa que digan en contra de AMLO los reporteros o medios de éste o cualquier otro país es cuestionable. Con esto los medios y periodistas confiables se reducen a unos cuantos como La Jornada, Proceso o Carmen Aristegui. ellos sí saben la verdad, sí denuncian y ahí es donde tendríamos que estar viendo todos.

Ellos son los que sí quieren el verdadero progreso de México y éste sólo puede lograrse si Andrés Manuel López Obrador toma la presidencia de la república.

2. Los malos. Los vendidos y traidores a la patria. Quienes ven telenovelas y son incapaces de pensar por sí mismos. Quienes sólo votaron por Peña (o no) a cambio de regalos o promesas de puestos. Sólo ven telenovelas y creen en todo lo que les dice López Dóriga, sin chistar. Son fans de la «Gaviota», apoyan al «Teletón» y han condenado al país a regresar 70 años en su historia

Son los conformistas, los que quieren un México de regresión, que quieren que se venda el petróleo y ya de paso todo lo demás. Son quienes no quieren un país educado porque no les conviene. Son «peñabots», «comelonches», «Agachados» y «conformistas». En fi, una pena para el país.

Yo me resisto a dividir al país así. Tengo amigos que votaron por Andrés Manuel, otros que votaron por Peña Nieto y otros que pensábamos que el PAN podría aprovechar mejor una tercera oportunidad. Ninguno recibió ni un puesto, ni un lunch, ni una tarjeta de Soriana, ni una pantalla de Plasma de las que daba el PRD. Nada. 

Ejercimos nuestro voto libre, y lo guardamos en el secreto que cada quién quiso. Algunos lo dijimos y argumentamos discusiones sobre los pros y contras de cada uno. Hubo roces, sí, de ideas, pero al final seguimos siendo amigos y familiares. Ningún político vale la pena como para perder una relación de amistad.

Decidimos confiar en la democracia, en esta que está en construcción. Decidimos que si todos los partidos políticos tienen un representante en el IFE y además cada uno participó en la reforma electoral con sus puntos de vista, pues había que respetar las reglas del juego. Mi padre fue presidente de casilla y todos los representantes de los partidos fueron civilizados, respetuosos y estuvieron muy atentos a su labor. 

Quiero pensar que así fueron todos los representantes de los partidos y que los ciudadanos, que fueron quienes hicieron estas elecciones, estaban trabajando con seriedad. Desde luego que no puede hablarse por todos, puedo hablar de quienes conocí, vecinos míos que entregaron no sólo un día, sino varios de sus vidas para capacitarse y ejercer una función extraordinaria.

¿Las leyes están mal? hay que cambiarlas, reformarlas. ¿No nos gustó quien quedó de presidente? Cuestionemos su actuar, pero no a priori. Veamos cómo pasan las cosas. El PRI sabe que tiene una oportunidad de oro para afianzarse o destruirse, como la tuvo el PAN. Tiene una vigilancia extrema, la información ya no puede ser acallada como lo fue antes y tienen la presión internacional encima.

Si el movimiento #Yosoy132 quiere pasar a la historia como un verdadero factor de cambio en el país, y no como una estrategia electorera de un grupo, debe entonces madurar la posición y dejar de definirse como «AntiPeña» y redefinirse a favor de la democracia. Los estudiantes de esa edad, por definición, deben ser rebeldes. Aplaudo que lo sean. Pero también estar en una casa de estudios implica abrir la mente y considerar distintas ideas y posiciones. Un movimiento que por definición se cierra al diálogo pronto va a ver mermada su credibilidad, como lo estamos viendo ya ahora.

Y las redes sociales son libres y deben seguir siéndolo. Pero no deja de dolerme ver a gente en mi país que piensa que es con groserías, insultos, descalificaciones y mentiras -que de tanto repetirse se creen verdades- van a cambiar al país. Sé que no es la gente que lo cambiaría ni aunque hubiera ganado López Obrador. Esta decantación de la opinión radical está dejando a los resentidos sociales, a quienes siempre pensaron y piensan que su destino está en manos de un político, al que le confieren habilidades y poder superiores a las de cualquier ser humano.

Lo hacen también a los dos lados. De un lado, el de los buenos, está López Obrador y Morena, todos iluminados, impolutos e incorruptibles, adalides de la democracia capaces de sacar adelante a México. Del otro lado están Peña, manipulado por la omnipotente mano de Carlos Salinas (Una especie de Darth Vader) y un partido plagado de corruptos y seres despreciables.

Es un excelente argumento para una telenovela de esas que tanto criticamos. La mujer buena, pobre e inocente, vejada por el rico hacendado capaz de matar a quien se le cruce en el camino. Desde donde lo veo, ambos argumentos son extremadamente ridículos. Por eso, cuando leo algunos comentarios en las redes, no me queda más que pensar: ¿es en serio?

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