Ah pa’ limosnita!

Publicado: abril 2, 2008 en Opinión

En otras más de las desfachateces que caracterizan a Emilio González Márquez, gobernador del estado de Jalisco, ahora vemos cómo ha destinado recursos del erario para financiar con 90 millones de pesos la construcción del «Santuario de los mártires mexicanos», en honor a quienes cayeron en la famosa «Guerra Cristera» y que, bueno, se sumará a la basílica de Zapopan y la catedral de Guadalajara para promover lo que el gobierno llama «turismo religioso».

Me van a disculpar, pero esas son fregaderas. Ahora no basta ver cómo la iglesia se gasta poquito más de dos mil millones (sí, 2,000,000,000) de pesos en la construcción de esta obra que se integrará al «triángulo de la fe», sino que este gobernador mochilón ha destinado recursos DEL ERARIO para financiar este despilfarro. Bueno, pero ¿qué me pasa? A ver, Cesare, recapacita. ¿No será que en Jalisco el nivel educativo será uno de los más altos del país, con 100 % de alfabetismo? ¿No será que en Jalisco se ha combatido totalmente a la corrupción y a la impunidad? ¿No será acaso que Jalisco ya tiene resueltos sus problemas de infraestructura? ¿Acaso mi mente no alcanza a comprender que el campo, la industria, el empleo, los servicios y todo han alcanzado el máximo nivel de desarrollo?

A lo mejor me pierdo de todo esto y por ello apedreo al gober de Jalisco, donde seguro los niveles de seguridad y combate al narco son de los mejores de México. A lo mejor todo está tan maravilloso que el gobierno estatal ya se puede dar esos lujos. ¿Será?

Pero ¿qué es esta chulada de Santuario?

 Santuario

Bueno, la Arquidiócesis de Guadalajara, comandada por el ILUSTRÍSIMO cardenal Juan Sandoval Íñiguez escogió el Cerro del Tesoro, al surponiente de Guadalajara para construir este proyecto porque así «está situado en lo alto de una colina que, por sí mismo, inspira e invita a peregrinar al encuentro con Dios». Un Dios, desde luego, que predicó a través de Jesús, el principio de la humildad (acotación para los católicos).

Bueno, para honrar a quien, como dije, predicó la humildad, se usarán 185 mil metros cuadrados, 160 mil de los cuales estarán techados (más o menos lo que ocupan 4 mil casas de interés social). Albergará en el atrio y explanada hasta 50 mil personas y dentro de la iglesia cabrán otras 12,000. En su parte más alta, la iglesia tendrá un techo de 115 metros de altura.

Y a todo esto: ¿Por qué honrar a los cristeros?

Ahi les va la historia resumida (no empiecen como en el post de guerrilleros a pedirme «fuentes» y las arañas, se las voy a contar como Brozo). Resulta que en 1926, el presidente Plutarco Elías Calles modificó el artículo 130 de la Constitución para contar con medios para limitar o suprimir la participación de la Iglesia en la vida pública. La cosa es que algunas de ellas eran medio radicales, como obligar a los ministros religiosos a casarse o prohiir las asociaciones religiosas (Opus Dei y Legionarios de Cristo no hubieran visto la luz) y pues la Iglesia la vio muy cañona porque los gobernadores tenían facultad para poner sus propias limitaciones y algunos comenzaron a pasarse de la raya.

Esta radicalización se dio muy fuerte en estados como Guanajuato, Querétaro, Jalisco, Michoacán, Aguascalientes, Nayarit, Colima y Yucatán, desde los cuales comenzó a gestarse un movimiento para reivindicar la libertad de culto. Los meros meros eran muy cercanos a los obispos mexicanos, aunque tenían autonomía y no faltó el que dijo: ¿y si lo arreglamos a balazos? y al grito de «Viva Cristo Rey» comenzaron a tomar las armas y a ganar apoyos.

Se empezó a poner grueso sobre todo en el centro del país. Aunque los dirigentes del movimiento eran catrines, los que se agarraban a balazos eran los calzonudos, a nombre, claro está, de la Virgen de Guadalupe. La iglesia que ahora los venera fue la primera en desmarcarse de la Liga Cristera, es decir, aplicó la de Poncio Pilatos y se lavó las manos. Casi todos los obispos dijeron «esa boca no es mía».

Calles, como era lógico, pues no se iba a quedar con los brazos cruzados y le pidió a los gabachos que dejaran de venderles armas. Funcionó con algunas excepciones de contrabando y el movimiento se fue debilitando. En 1928, Álvaro Obregón ya se perfilaba como presidente y había manifestado que a él no le gustaban los trancazos, así que en cuanto llegara se acababan los cocolazos. Ya fue una necedad de José de León Toral echárselo al plato por encargo de vayan ustedes a saber quién.

Emilio Portes Gil, el preciso que le entró al quite, se sentó a negociar el cese al fuego. Apoyado por los siempre metiches gringos y su embajador Dwight Morrow, ofrecieron amnistía para quienes entregaran voluntariamente las armas. Sin embargo al interior de la Iglesi no se ponían de acuerdo. La mayoría decía que yaaaa, pues ara qué tanto argüende, pero había tres obispos bien aferrados, en especial el Monseñor Leopoldo Lara y Torres, obispo de Tacámbaro, Michoacán. Como sea, de las más o menos 50 mil personas que andaban armadas, sólo 14 mil se acogieron a la amnistía y el desacuerdo continuó, y también los balazos.

Las cosas se empezaron a arreglar en «lo oscurito», pues aunque en el «Grito de Guadalajara», Calles había dicho que la Iglesa iba a cumplir con la Ley a como diera lugar, las presiones de Estados Unidos y hasta del Vaticano con el papa Pio XI (quien hasta sacó encíclicas criticando a los gobiernos de México, Alemania e Italia), hicieron que se empezara a negociar bajo la premisa: «Yo no aplico la ley, tu dejas de hacerla de tos por todo». A esto se le llamó «relaciones nicodémicas», en referencia al fariseo de nombre Nicodemo que se acercaba en las noches a Jesús.

Poco a poco se dio una relación en la que el Estado no aplicaba la Ley y la Iglesia se ponía de a pecho. Las cosas mejoraron con Manuel Ávila Camacho, se pusieron harto mejor con Miguel Alemán (no extraña que toda la dinastía Alemán ha sido bautizada por el Papa) y se conviertieron en cuasi-cómplices con Adolfo López Mateos.

Como vemos, este templo, situado en el corazón del conflicto Cristero, pues viene a ser una expiación de culpa de la Iglesia que, en su mayoría, abandonó a los Cristeros en su lucha por una libertad de culto. Así, los integrantes de la Arquidiócesis dan su enganche para tener un terrenito en el Cielo y, al fraccionarlo, le vendieron un pedacito al gobernador de Jalisco; un pedazo que por cierto, no compró con su dinero.

comentarios
  1. MarcoAurelio dice:

    No es privativo de ese estado ni de este gober ni de esa religión.

    Tristemente, desde tiempos muy, pero muy remotos, los pueblos ha sido saqueados, abusados, sobajados, robados, despojados a manos de las mitologías llamadas religiones.

    Con pretextos de castigos, premios o vidas en paraísos inexistentes después de la muerte, se sangra al pueblo económicamente, se le exige trabajar para sacerdotes, dioses, santos, papas, etc. a cambio de cosas inexistentes.

    Aunque mucho ha cambiado la forma en que se despoja al ignorante la esencia es la misma y he aquí el palpable ejemplo.

    Políticos y gobernantes se alían con los dirigentes y manipuladores de estas mitologías para mantenerlo ignorante y presa fácil de abusivos opresores.

    ¿Qué tan lejos están los representantes supremos de estas farsas de lo que se ve en tu artículo?

    Anillos de oro con piedras preciosas, vestimentas que valen una fortuna y los palacetes donde viven o donde practican sus enajenantes ritos, aliados al crimen, a la delincuencia.

    Ya se dijo: El dinero proveniente del delincuente, narcotraficante, ladrón, asesino, queda purificado al ser donado a la iglesia.

    Lo peor es que un increíble porcentaje cree en esto y ayudados por la diosa en ascenso, la TV, esto toma tal fuerza que resulta casi imposible detenerlo.

    Así que con estos donativos, esta opulencia, este exceso de lujos, los clérigos, sacerdotes, políticos y demás beneficiados por estos asaltos al pueblo seguirán pregonando:

    ¡Viva la ignorancia!

    De las masas, por supuesto.

    «Sí Jesús hubiera sido ejecutado el siglo pasado, los católicos andarían con sillitas eléctricas en sus cuellos en lugar de cruces».
    Lenny Bruce

Deja un comentario