Durante un viaje reciente que tuve a Vancouver, BC, Canadá, para asistir a un evento de trabajo, tuve la oportunidad de ver a Mark Johnson. Les paso la historia, tal cual será publicada en el medio para el que trabajo:
“Tanto el arte como la música grandiosa son momentos en el tiempo, y podemos utilizarlos para unir al mundo”, afirma Mark Johnson, un ingeniero de audio que radicaba en Nueva York cuando descubrió su verdadero llamado.
Un día, caminando por el metro de Nueva York rumbo al estudio de grabación, vio a un grupo de personas reunidas alrededor de un músico callejero. Era algo inusual para una ciudad como Manhattan, donde la mayor parte de la gente vive sus vidas sin detenerse a ver a nadie más.
“Todo el camino hacia el estudio reflexioné sobre lo que acababa de ver y pensé: si hay una forma de unir al mundo es a través de la música”. Tomó entonces a decisión, en 2004, de regresar a su lugar de origen, Santa Mónica, California, para llevar el estudio de grabación a la calle, hacia donde están las voces más auténticas.
Caminando por la playa de Santa Mónica escuchó la voz de Roger Ridley cantando “Stand by me” y Johnson dijo: ésta es la canción. “Le pregunté a Roger si aceptaría grabar esta canción si traía un pequeño staff con equipo. Le expliqué lo que quería hacer y aceptó”. Así lo hizo y, una vez que tuvo la grabación, comenzó a viajar para unirla con voces y músicos de todo el mundo.
A la voz e instrumento de Rogers se unieron los de Granpa Elliot, Roberto Lutti y Washboard Chaz, de Nueva Orleáns; Clarence Bekker, de Amsterdam; el Twin Eagle Drum Group, de Nuevo México; Francois Viguié, de Toulouse; César Pope, de Rio de Janeiro; Dimitri Dolganov, de Moscú; Geraldo & Dionisio, de Caracas; Junior Kissangwa Mbouta, de El Congo; Pokei Klass, de Guguletu, Sudáfrica; Django Degen, de Barcelona; Sinamuva, de Umlazi, Sudáfrica; Stefano Tomaselli, de Pisa; y Vusi Mahlasela, de Mamelodi, Sudáfrica.
Con “Stand by me” se crea el proyecto, aún sin forma, de llevar la música para unir al mundo. Sin embargo, el momento que le da forma se da en la visita de Johnson a Guguletu, Sudáfrica, cuando conocer por fin a Pokei Klass. “Cuando finalmente encontramos a Pokei y le contamos la idea, inmediatamente entró a su casa para llamar a sus amigos músicos. Mientras lo hacía nosotros fuimos al patio trasero para ver si podíamos ahí grabar la canción. El paisaje era desolador, la pobreza más grande que he visto en mi vida”.
Momentos después, cuando comenzaron a grabar, lo que sucedió estremeció el corazón de Johnson. Mujeres y niños salieron a bailar al ritmo de las canciones que tocaba Pokei Klass. “El lugar se transformó, y en medio de esa pobreza, hubo un momento de felicidad. Fue cuando dije que ya no podía parar lo que había comenzado”.
En ese mismo lugar, se funda la primera escuela de música de la fundación que Johnson inicia: Play for Change. La idea: crear escuelas de música que le den una esperanza a los niños más pobres. “Hay pobreza y necesidades que nosotros solos no podemos cubrir, pero sí podemos hacer algo, que es dar esperanza”.
Para la segunda canción grabada, “One Love”, de Bob Marley, al grupo de músicos primordialmente callejeros se unió la voz de Manú Chao y para grabar la canción de “War/No more trouble”, se unieron el talento de David Broza, de Tel Aviv, con el del cantante Bono, de U2.
Mark Johnson afirma que está en el negocio de la alegría, no en el de la música y a través de su fundación pretende llevar alegría hasta el último rincón del mundo. Les dejo el video de la canción donde participa Bono: